Acuarelistas ingleses, acuarelistas chinos o japoneses han dado ejemplo de belleza. Luis Guzmán Molina, valor de la acuarela de Ñuble, constituye nuestro ejemplo, el territorio habla con sus acuarelas. Eduardo Fariña, comienza a perfilarse desde sus capas tonales y juegos de aguas profundas. En sus acuarelas el observador se reencuentra con la infancia, la memoria de un territorio vinculante a la belleza natural. Entre el cordón cordillerano de sus volcanes hasta el abrazo de sus ríos con el mar; en ese tránsito cromático está presente la obra de Eduardo Fariña. Los colores de acuarela en las manos de Fariña matizan las horas de un Ñuble infinito. Plazas, parques y tipos humanos de Ñuble, con un ojo diferente abre el pensamiento al observador que busca emocionarse. Gisela Sanhueza, Crítica de Arte